Día de las Escritoras 2023

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Bosque Imaginado, Ratoner y yo, Qamar, y los demás seres mágicos que poblamos este maravillo universo, conmemoramos el  Día de las Escritoras.

En este día, celebramos la magia de las palabras tejidas por manos talentosas y corazones apasionados. Hoy honramos a las mujeres que han desafiado las limitaciones impuestas por el tiempo y la sociedad, para dar vida a mundos enteros con su creatividad inagotable. Cada historia que han escrito, cada historia que se escribe es un faro de luz iluminando los senderos de la imaginación y la empatía. 

En sus palabras, encontramos valentía, resistencia y una profunda conexión con lo humano. Las escritoras nos regalan universos donde los sueños toman forma, donde la justicia prevalece y donde el amor, en todas sus formas, florece sin restricciones. Son guardianas de culturas, narradoras de vidas extraordinarias y arquitectas de puentes que unen corazones. En sus letras encontramos refugio y consuelo, pero también desafíos que nos invitan a reflexionar y crecer y nos ayudan a conocer la verdad de muchas cosas ocultas.

En este día especial, Bosque Imaginado aplaude el coraje y la creatividad de las escritoras de ayer, hoy y mañana. Su legado es un recordatorio eterno de que las palabras son poderosas, capaces de transformar el mundo y de inspirar a generaciones venideras. 

Que cada pluma femenina siga volando alto, rompiendo barreras y escribiendo historias que resuenen en los corazones de todos y de todas.

¡Feliz día de las escritoras!

Ilustración de Andrea Reyes (X)

Aurelia, la tejedora de letras

En un rincón tranquilo de aquella biblioteca, se reunían todas las tardes del martes, un grupo de tejedoras. Entre risas y pequeñas charlas iban teje que te teje. Sin embargo, Aurelia, una dulce ancianita cuyos hilos eran enigmáticamente mágicos, parecía canturrear una canción. Era como un ligero silbido, como un susurro —tal vez de su alma— que se entrelazaba en cada puntada, creando un vínculo íntimo entre su corazón y las hebras de lana. 

Un día, en lugar de un paño habitual, surgió un libro brillante de su ganchillo, repleto de palabras danzantes entre las páginas. Cada punto era una letra y con cada cadeneta componía una frase y, así, cada bucle en una historia. 

Aurelia había descubierto el arte de escribir a través del tejido. Sus manos, que una vez tejían pañitos, muñecos y otras manualidades, ahora entretejían sueños y emociones. Seguramente, ya lo había hecho con sus canciones a voz bajita. A medida que tejía, hilos de significado y belleza se extendían desde su corazón, convirtiendo cada página en un universo propio. Su creación no era solo un libro, era un tapiz de palabras, una obra donde los sueños se tejían con la misma pasión que un paño de ganchillo, revelando así la magia de transformar hebras en historias y emociones en letras.

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