Escribir fantasía mágica o entrar en el paraninfo de lo increíblemente mágico, donde no hay más límite que la palabra que no se termina de escribir, donde la meta se encuentra más allá de donde la imaginación nunca dice basta. Aunque a veces parezca adormecida, la palabra sigue fluyendo.
Escribir es más que poner una letra tras otra hasta componer una palabra; algo más que una concatenación de todas ellas para plasmar, como quien escribe a punta de cielo, los designios del alma, los latidos del corazón o los pensamientos y conocimientos de la mente. Es una oración aprendida que, pase lo que pases, no puedes olvidar. Y escribir fantasía, como la que habita y acoge en este espléndido Bosque, es sumergirse en un reino de posibilidades ilimitadas, donde la imaginación es un río desbordado que inunda su magia.
Escribir en el Bosque es sumergirse en un universo encantado plagado de seres mágicos que cautivan por su naturaleza y cuyas palabras son, a la luz del sol o al influjo de la luna azul, hechizos, y cada párrafo es un conjuro o un efecto de esa maravillosa magia que transporta al escritor y a los lectores a mundos realmente ignotos, percibiendo los aromas de la niñez y redescubriendo tapices que plasman miedos y temores.
La pluma del escritor se convierte en la varita mágica que da vida a criaturas mitológicas, ciudades flotantes y paisajes que desafían las leyes de la realidad. El lector, con su perspectiva, termina de darle forma. En el acto de crear fantasía se rompen las cadenas de la cotidianidad y se abandona la monotonía al permitir que los sueños más extraordinarios cobren vida y se abracen a lo inesperado. Los personajes ocupan cada uno su puesto, y los desafíos que afrontan son pruebas de la resistencia del espíritu humano que habita en ellos.
Escribir fantasía mágica es más que narrar historias; es encender la chispa de la asombrosa maravilla que yace en lo desconocido, es la vida misma perfilada de mil colores que se tamizan, en ocasiones, con los abismos oscuros y tenebrosos que inundan la imaginación y la realidad porque, en verdad, es un recordatorio de que la vida late en cada ser que, dotado de un don mágico, vive la creatividad que transforma.
Y el Bosque es el lugar más increíble al que jamás podáis viajar. Hay otros bosques, hay otros seres, otras aventuras, pero que sean parte intrínseca de cada cual porque cada cual lo hace suyo, no hallaréis. Aquí encuentras tu propia aventura.
Mariana Palova |
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