Es una tarde de otoño en el Bosque Imaginado, cuando el aire comienza a enfriarse y las hojas doradas crujen bajo los pies de los caminantes. Qamar, la luna azul errante, ilumina el cielo con su suave brillo mientras se desliza entre las copas de los árboles. Las criaturas del Bosque se preparan para una noche de historias junto al fuego, y en el centro de todo, un inmenso castaño brilla con una luz particular.
Bajo sus ramas, se reúnen los habitantes del Bosque: Garrampas, la ratita que da calambres, y su compañero Ratoner, el ratón cuántico. Junto a ellos están Elixia, la chamana pantástica, y otros personajes que han salido de la imaginación de los escritores que alguna vez habitaron este rincón mágico.
Imagen: Luzia |
El castaño ha comenzado a soltar sus frutos, pero las castañas no son como las del mundo real. Al caer al suelo, estas castañas emiten un tenue resplandor dorado, y su interior contiene algo mucho más valioso que un simple fruto: un pequeño fragmento de fantasía.
—Estas castañas contienen sueños —dijo Qamar con voz serena—. Cada una alberga una historia que aún no ha sido contada, esperando a ser descubierta.
Los habitantes del Bosque toman las castañas en sus manos y, al romper la cáscara, destellos de luz surgen como fuegos artificiales. Dentro de cada una, pequeños relatos, mundos y personajes nacen, esperando ser liberados.
Esa noche, al calor del fuego, cada criatura cuenta la historia que su castaña le ha regalado. Y así, el Bosque se llena de nuevas aventuras, relatos que se entreveran entre los árboles y las estrellas, mientras la luna azul continuaba su camino errante por el cielo.
En el Bosque Imaginado, hasta las castañas traen magia.
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