jueves, 2 de enero de 2025

Crónica Diciembre 2024

El Bosque Imaginado es un imaginario online de pequeñas propuestas literarias que difícilmente puede encajar en un laboratorio o cualquier otra actividad relacionada con la Administración. Pero su Biblioteca Imaginada, como propuesta literaria, sí.

Así que cada mes, juntaremos dos entradas o páginas del Bosque, Qamar o Ratoner y veremos qué pasa. Para el mes de diciembre juntamos esto:

Y este es el resultado:

En el corazón del Bosque Imaginado, entre árboles de palabras y raíces de pensamientos profundos, reposaba una clepsidra de cristal azulada, de un brillo que parecía venir de las estrellas. No era una clepsidra común: en lugar de agua, estaba llena de una sustancia plateada que fluía lenta y misteriosa, como si el propio tiempo estuviera atrapado en su vaivén.

Frente a la clepsidra, un espejo colgaba suspendido de las ramas de un roble sabio. Su superficie reflejaba más que imágenes; devolvía pensamientos, deseos y recuerdos escondidos, como si cada reflejo fuera de un portal a un mundo desconocido.

Una noche, Qamar, la luna azul errante, descendió silenciosamente para observar aquella extraña pareja. Al acercarse, sintió cómo el tiempo se deslizaba entre sus manos como arena y que sus propios pensamientos quedaban reflejados en el espejo. Al mirar su reflejo, vio sus facetas más ocultas: fragmentos de mundos lejanos, secretos que ni ella misma conocía.

La clepsidra comenzó a gotear. Cada gota de esa sustancia plateada se transformaba en una pequeña chispa al caer, iluminando fugazmente los alrededores. Y con cada chispa, el reflejo en el espejo cambiaba, mostrando otras versiones de Qamar, otras lunas errantes, cada una habitando un tiempo diferente, en universos paralelos.

Qamar extendió la mano y, al tocar la clepsidra, sintió que su esencia era absorbida, como si se convirtiera en una corriente más en aquel río de plata líquida. Sintió que era parte del flujo, que no era solo una luna sino todas las lunas, y que su reflejo en el espejo no era una imagen fija, sino un fragmento en constante cambio.

La clepsidra, el espejo y Qamar se fundieron en un instante eterno, en una danza surrealista en la que tiempo, reflejo y esencia se entreveraron, hasta que nada quedó claro. Solo el Bosque, inmóvil y expectante, guardaba el secreto de aquel encuentro infinito, donde el tiempo dejó de existir y solo quedó el susurro de una eternidad atrapada en reflejos de plata.

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