jueves, 21 de diciembre de 2023

Garrampas y Ratoner en Tannhäuser

Garrampas y Ratoner viajan con frecuencia a Elixia y esta les devuelve las visitas de vez cuando. Acostumbrados ya a los portales cuánticos no les fue difícil reconocer que en el Bosque había aparecido otro.

En una tarde en la que las sombras se alargan en el Bosque Imaginado, se encuentran ante un fenómeno misterioso: La Puerta de Tannhäuser. Esta puerta, legendaria por su capacidad para conectar diferentes dimensiones literarias, se materializa ante ellos como un arco de luz titilante entre los árboles.

Imagen Pngfree 

Guiados por la curiosidad y el anhelo de explorar nuevos mundos literarios, deciden atravesarla. Al cruzarla, se encuentran inmersos en una atmósfera donde las palabras se entrelazan en formas nunca antes vistas. Los colores de las letras danzan en el aire, formando paisajes lingüísticos que desafían las leyes de la gramática y la sintaxis.

Experimentan la fusión de diferentes estilos narrativos. Encuentran un rincón de prosa poética, donde los árboles susurran versos al viento, o se sumergen en un río de diálogos en flujo constante. Cada paso que dan parece llevar a una nueva página de un libro infinito, donde las tramas se entrelazan de maneras impredecibles.

Y al mirar hacia arriba, encuentran un cara conocida: Qamar, la lunita azul errante.

—¿Qué haces aquí y dónde estamos? —preguntó Garrampas.
—Estáis en Tannhäuser y estoy siempre que miráis hacia arriba.
—¿Qué es Tannhäuser?
—He viajado por todo el Universo desde el Big Bang y siempre que ha habido vida inteligente en un planeta han pasado por una Edad Media o pasarán en algún momento. Tannhäuser es el paso de esa Edad Media a la siguiente Edad que toma diversos nombres según cada cultura.
—Para vosotros sería —continuó—como pasar del bosque encantado medieval al bosque del siglo XXI.

Un calambre frío recorrió toda la espalda de Garrampas.

—¿Estás acaso diciendo —balbuceó— que el Bosque Imaginado puede ser lo que nosotros queramos que sea?
—Así es, mi querida Garrampitas. Da vértigo de solo pensarlo.

Ambos ratones se quedaron absortos, quietos y en silencio, observando con toda atención lo que ocurría a su alrededor.

Cuando salieron de aquel trance decidieron volver al Bosque Imaginado por la misma Puerta por la que habían salido. Y vieron el Bosque de otra manera, con más magia, con más luz, con un aura especial que, de momento, solo ellos eran capaces de percibir. Cierto es que también podían ver las sombras y sus monstruos, pero eso ya es otra historia.

Desde entonces, han vuelto muchas veces a Tannhäuser y siempre que ha regresado han reconocido detalles del Bosque de los que todavía no se habían dado cuenta.

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